El pianista levantó los ojos, sudado. Dos, tres, cinco, quince canciones en una noche larga, interminable. Era su mejor época, definitivamente. Los dedos libres, atrevidos y desenfrenados, moviéndose por donde desearan, en la larga y hermosa, bien cuidada línea de teclas. El pianista levantó las cejas, viendo expectante a una de las bailarinas y jóvenes soñadoras que ahora se tomaban una copa, sentadas. Ambos se atraían, duda no hubo. Chica soñadora, de cabello negro muy corto, ojos brillantes y llenos de esperanza. Chica que se toma un trago ligero, nada de alcohol pesado, un simple vaso refrescante. Él, un caballero, que ahora espera hacer su jugada, espera terminar su turno. El piano, celoso, le llama, deseando volver a atraer la atención del público.
El pianista sale del trance cuando oye la voz del gerente, hombre estudiado y hábil con los números.
El pianista sale del trance cuando oye la voz del gerente, hombre estudiado y hábil con los números.
—Martin, ¿Todo bien?
Él sonríe y le devuelve una respuesta.
—Todo bien. Sólo pensaba en que esta será una noche larga. Muy larga.
—Que así sea.
Historia Basada en Seb, de La La Land.
Fuente de la Imagen:
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Agradecimientos al Fotógrafo.
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